La aplicación de la ley de narcomenudeo pareciera que llevara a una condena por venta de éxtasis en fiestas electrónicas. De las cuatro causas que se iniciaron en más de 20 años en la provincia, la que se inició en abril, es la única que se mantiene activa, especialmente por los planteos que realizan los defensores de dos acusados.

El 14 de abril personal de Drogas Peligrosas de la Policía Federal se presentó en un after que se realizaba en una finca de Tafí Viejo. En el procedimiento se secuestró éxtasis, LSD-25, ketamina, marihuana, cocaína y tusi (cocaína rosa). No incautaron grandes cantidades de dosis, pero sí la suficiente para comenzar a probar la teoría que venía esbozando desde el mes de agosto del año pasado. Por ese motivo llegaron al lugar con el pedido de detención en contra César Fernández Fazio y Mariano Valdez (31).

Los sospechosos fueron procesados por comercialización de estupefacientes. El juez Guido Buldurini les dictó los procesó al considerar que había indicios suficientes para sostener que, según la investigación realizada por el personal de la fuerza federal dirigidos por el fiscal José Sanjuán, Fernández Fazio habría dirigido una empresa que se dedicaba organizar fiestas electrónicas clandestinas para poder comercializar este tipo de sustancias.

Hubo otras personas mencionadas en la causa, pero los pesquisas nunca pudieron sumar pruebas en su contra. Este expediente rompió algunos moldes. Por primera vez la investigación se inició con una denuncia anónima y después se utilizaron figuras como el agente revelador para detener a los acusados que actualmente están con arresto domiciliario.

Este caso se registró semanas después de que el fisicoculturista y ex rugbier salteño Andrés Rodríguez Bonazzi falleciera luego de haber participado de una fiesta electrónica realizada en Central Córdoba en enero. El fiscal Ignacio López Bustos abrió un expediente que terminó archivando, luego de confirmarse que su muerte no fue producida por el consumo de drogas sintéticas.

El primer antecedente

Nocturno fue el primer lugar en el que la música electrónica era la protagonista. Ramón Diéguez (h) (hijo de un importante empresario santiagueño) y Gerardo Epelbaum habían apostado al proyecto que rompió con todos los moldes. “Mientras boliches como estos se repiten en Córdoba, Rosario o Mendoza, las noches de Nocturno se repetían en Amsterdam, en suburbios de París o Buenos Aires. Con su música, sus drogas, sus DJ’s y su libertad sexual, Nocturno fue un quiebre cultural. Fue un reducto under necesario para cambios sociales. Fue un pedazo de la movida del mundo que se había colado por estos lados, en Alsina 510. Nocturno fue la llegada de lo nuevo…”, escribió Pedro Noli en una crónica de “Tucumán Z”.

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Pero también fue protagonista de la primera causa por venta de éxtasis que se abrió en Tucumán. El expediente siempre estuvo cargado de dudas. Un DJ fue detenido en febrero de 2003 por la Policía Federal por trasladar bochitas de cocaína. El sospechoso, cuya identidad nunca fue revelada, acordó con la Justicia su libertad a cambio de contar cómo era la ruta del éxtasis en Tucumán en la que estaba involucrada gente muy poderosa.

En octubre de ese año estalló el escándalo. Los federales desarticularon a gran parte de la supuesta banda. Según la acusación del fiscal Emilio Ferrer, Ariel Aquines Wartski se encargaba de conseguir las pastillas; Gonzalo “Mamadera” Farías, de venderlas; Pablo Silva, de producirlas y enviarlas, Silvina Jorge (integrante de una reconocida familia de empresarios), de retirarlas y Diéguez (h) y Epelbaum, de disponer del lugar (Nocturno) para el consumo de la droga. Hubo más implicados, muchos de ellos jóvenes ligados al poder de esos tiempos. Varios de ellos huyeron de la provincia.

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Después de cinco años de espera, en 2009 se inició el juicio. Diéguez (h) fue absuelto y Jorge nunca llegó a esta instancia porque accedió a una probation. El hilo se cortó por lo más delgado y fueron condenados Aquines Warstki (cinco años y ocho meses), Silva (cuatro), Farías (cuatro) y Epelbaum (dos). En 2012, un fallo anuló las condenas al señalar que las escuchas telefónicas habían sido ilegales. El fiscal Emilio Terraf apeló el fallo y en 2014 la Corte Suprema de Justicia resolvió que el caso debía ser analizado por Casación. En 2016, este tribunal ordenó que se hiciera un nuevo juicio. Finalmente en 2018, todos los acusados (salvo Jorge) volvieron a sentarse ante un tribunal que resolvió dictarles la absolución.

Otro caso

En abril de 2019, después de una larga investigación, personal de la División Antidrogas Tucumán de la Policía Federal detuvo a tres jóvenes y secuestró drogas, entre ellas, éxtasis.

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Los detenidos fueron Aldo Antonio Sosa, Gastón Mercau y una joven cuya identidad nunca trascendió, pero sí se supo que era relacionista pública y que participaba activamente en la organización de fiestas electrónicas. Los investigadores descubrieron que además de las pastillas, los jóvenes también se habrían dedicado a la producción ilegal de aceite de cannabis.

Mercau, de 30 años y estudiante de Ciencias de la Educación, es hijo del juez jujeño Gastón Mercau y nieto de Clara Langhe de Falcone, integrante del Máximo Tribunal de Justicia, el equivalente de la Corte Suprema de Tucumán. Nunca trascendieron los detalles de esta causa ni cuál fue la suerte de los acusados. Sí se supo que Mercau habría sido trasladado a su Jujuy natal por cuestiones humanitarias.

El último

“Calavera no chilla” es el nombre de una de las productoras de fiestas electrónicas que marcaron tendencia en nuestra provincia. Pero también hizo historia porque sus máximos referentes fueron procesados por la comercialización de éxtasis.

Todo comenzó en febrero de 2022, cuando la Policía secuestró 189 pastillas de éxtasis en varios allanamientos. En esa oportunidad fueron detenidos Matías Ghazarian, individualizado como el jefe de la productora, y Franco Tacla, un relacionista público vinculado a la noche tucumana.

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Según la investigación del fiscal federal Carlos Brito, Ghazarian habría adquirido la droga para comercializar en los encuentros que organizaba. También sospechaba que Tacla colaboraba en esta tarea. “Creemos que era una banda muy estructurada. Tenemos sospechas que tenían ‘promociones’ especiales que consistían en vender la entrada con las dosis que el comprador quisiera”, argumentó una fuente cercana a la investigación.

Pero como en todas las causas por la comercialización de éxtasis, el desarrollo de la pesquisa estuvo acompañado por polémicas. La Cámara de Apelación dispuso la falta de mérito de Ghazarian y ordenó que sea liberado. Tacla, que trabajaba para él, siguió detenido.

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Hace casi dos años, en un espectacular procedimiento, fue detenido el creador de “Calavera no chilla”. En esa fecha se conocieron los análisis de los teléfonos celulares que se les habían secuestrado a los acusados. Según confirmaron fuentes judiciales, allí se habría confirmado que Ghazarián era el líder de la organización, que habría otras personas implicadas y podría haber quedado probado que el otro arrestado tuvo una participación menor.